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Te veo a través de todos los escalones del tiempo.

Te conozco.

Y por eso tengo que pedirte perdón. Aunque ahora, tan herida, no puedas creerme. Igualmente te llevaré a la otra orilla.

Y mientras empujo la barca atenderé tus asuntos, uno a uno y te ofreceré una disculpa bordada en cada compromiso.

Dame tiempo, con paciencia verás alzar el vuelo fragmentos de cada promesa, acciones ligeras hasta cubrir por completo nuestro cielo.

He prestado atención a todos esos jardines, les he dedicado toda mi energía. Algunos han quedado preciosos, ya lo has visto. Y sin embargo he olvidado el tuyo. Incluso así salvaje, descuidado, lleno de maleza, me deja fascinada. No sé cómo he podido ignorarlo tanto tiempo. No es verdad, sí lo sé, ya no puedo mentirte.

Siéntate y cuéntame, cada cosa que te asusta, cada deseo.

Voy a dedicarme primero y solo a ti hasta que todo quede en orden, hasta que confíes en mí. Que puedo encargarme de todo, que no te voy a dejar nunca y te llevaré del mejor modo que pueda por este magnífico río, hasta que tú tampoco tengas miedo.